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Así no es…

En muchas escuelas (grandes, medianas, pequeñas como la nuestra…) sigue el empeño de encontrarle al día un momento para contar. Contar desde el placer de regalar palabras. Contar por la alegría que provoca el verterlas. Contar para enredarse en los ojos de los que escuchan. Para viajar con ellos. No me estoy refiriendo, por tanto, a esas otras propuestas que hacen del cuento una estrategia para llegar a otros conceptos (el rojo… ¡Caperucita!; los tamaños… ¡Los tres osos y Ricitos de Oro!), sino a la posibilidad de que haya untiempopara los cuentos, unmomentopara las historias, …

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