¡Mora! ¡Qué hueles muy mal! No te invitaré a mi cumple
Claro que tengo otra alternativa. Puedo ahogar la rabia en mi interior, controlar, negar quizá, mi emoción, hasta somatizarla por canales menos oportunos.
¡Ojo! Maestro disgustado, Sale Rabietas, el enano gruñón que llevamos dentro
De vez en cuando, una niña, un niño, coge el sombrero, se lo pone, va al rincón de la rabia y, tras el protocolo fijado, se lo quita y aparecen las risas. A veces el maestro invita a alguien a ponérselo.
Más tarde, ya sin el peso del enfado, podremos resolver el problema entre Noelia y Asmae y seg…