La actitud de estos padres es, sintetizando, la de “todo vale con tal de que coma”, pero ni aun así consiguen que David coma bien. Las comidas se eternizan y se convierten más en una tortura para todos que en una vivencia placentera, tal como debería ser.Los padres explican que han probado de todo: distraer, premiar, castigar, enfadarse, amenazar… pero nada les ha funcionado y, en consecuencia, vuelven a repetir lo mismo; ya no les quedan recursos. El comportamiento blando y complaciente de los padres de David hace que el niño esté más pendiente de obtener los beneficios colaterales…
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