Desde la década de los ochenta se asume que lo que caracteriza a un buen lector es su capacidad para comprender los textos que pretende leer; leer, más que oralizar, más que decir el texto, es construir un significado personal para la información que vehicula. Dicho significado está enraizado en el texto, pero no se deduce necesariamente de éste: dos lectores podemos leer un mismo documento, compartir parte de su significado y disentir en otra parte. La investigación cognitiva de la lectura dibuja el retrato de un lector que procesa el texto a múltiples niveles, que predice e infier…
Contenido solo disponible para suscriptores
Accede a este artículo individual por solo
3€ IVA incluido
Descubre todo nuestro contenido sin límites
¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión