Las rutinas nos protegen tanto como nos adormecen. Vamos haciendo lo que hay que hacer, lo que está previsto, lo que ayer quedó pendiente y hay que tener para mañana.
De repente ocurre algo imprevisto. Da igual que sea algo próximo como la reacción insólita de un amigo o algo lejano como el descubrimiento del hambre de todo un pueblo. Sea lo que sea, ocurre lo desacostumbrado… y los ojos se salen de las órbitas, el pulso se acelera y el cerebro se hace preguntas.
Ante lo insólito siempre abrimos bien los ojos para no perdernos nada de lo que sucede.
Ante lo infrecuente buscamos con q…