Por muy alienados que estén sus grupos familiares y conecten siempre canales de televisión basura (un poco lo son todos), era muy difícil que nuestros alumnos, de todas las edades, no se enterasen de las movidas indignadas, sus manifestaciones y sus acampadas. De una manera u otra, por efecto de una imagen policial, por un comentario paterno o por una discusión entre iguales, estaban presentes en el aula. ¿Debíamos pasar de considerar el tema?, ¿aceptábamos que podía constituir un simple ruido de fondo?, ¿debíamos abordarlo explícitamente? Pero detrás de esas preguntas hay otra…
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