Al reflexionar acerca del concepto de la propia identidad, automáticamente hablamos de la necesidad de ser reconocidos. A pesar de ser tan antiguo como la humanidad, nunca antes el intento de verse reconocido como individuo había peligrado tanto como hoy, cuando se ve bombardeado por todo clase de estereotipos que dan prioridad a los “aspectos exteriores que pueden exhibirse”, los cuales se convierten en el “pasaporte” que nos da acceso a las relaciones con los demás, pero que ocultan, inevitablemente, el “quien soy” de cada uno de nosotros. El intento de diferenciarse, de describirse, d…