¿Algoritmos o calculadoras?

Se contesta a la pregunta del título del artículo señalando que lo cuestionable no son los algoritmos, sino su enfoque tradicional de enseñanza. Enfoque que hace que los estudiantes no logren discernir los principios y propiedades aritméticas que rigen los algoritmos, por lo que separan dos aspectos del conocimiento aritmético que deben ir unidos: el que se refiere a la comprensión y el que se refiere a la habilidad algorítmica.

En la actualidad seguimos inmersos en un debate similar al de hace casi 50 años sobre el uso de la calculadora. Su papel en el aula, a pesar de lo que estipula la ley de educación en vigor, sigue provocando desacuerdos entre los docentes y las instituciones encargadas de elaborar las pruebas externas como la EvAU. En este artículo proponemos actividades para diferentes niveles educativos como muestra de algunos usos de la calculadora en el aula.

¿Qué pensaríamos si le negásemos a los estudiantes de idiomas que usen grabaciones o films en versión original para aprender un idioma? ¿Qué pensaríamos si un carpintero usara una lijadora eléctrica? ¿Dejaríamos de comprar sus creaciones porque se haya ayudado de esta herramienta? Pues esta es la triste realidad de nuestra protagonista en la escuela; la calculadora. Una herramienta a la que se le han cerrado las puertas en la formación de nuestro alumnado.

Pese a que la calculadora se ha usado desde hace más de cuatro décadas para enseñar matemáticas, no en todas las actividades escolares se acepta su uso. En los currículos se establece su empleo, pero no hay una normatividad común de cómo utilizarla en las evaluaciones. Si se restringe su uso en los exámenes, los alumnos y alumnas no podrán mostrar a plenitud sus competencias matemáticas o bien las digitales.

Hoy en día calculamos de tres formas: con estrategias de cálculo mental, con algoritmos escritos y con herramientas electrónicas. Conocer cada una de ellas y las relaciones que se pueden establecer es primordial para aprender a calcular de manera racional. Se proponen una serie de actividades que fortalecen estas relaciones y que amplían el sentido numérico.

El alumnado, mayoritariamente, se aburre con una lista de ejercicios mecánicos que no tienen nada que ver con sus experiencias o con actividades abstractas para las que su razonamiento todavía no está preparado. Con estos materiales se pretende que manipulen y visualicen aquello que es objeto de aprendizaje, para poder hacer más comprensible el paso a la abstracción.

Presentamos una propuesta curricular que pretende transformar el aula de primaria para fomentar el desarrollo de la competencia matemática. En este artículo se describe el proyecto, poniendo atención en sus principios didácticos: las matemáticas como conjunción entre contenidos y procesos, el aula inmersa en un ambiente de resolución de problemas, el camino de la manipulación a la abstracción, la práctica contextualizada y la formación docente.